LA BASURA QUE COMEMOS

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LA BASURA QUE COMEMOS / COMIDA BASURA: LA PLAGA DE LOS ALIMENTOS PROCESADOS

sábado, 22 de abril de 2017

El fin de la era del ultraprocesado


El fin de la era del ultraprocesado
sin embargo: http://www.sinembargo.mx/27-12-2016/3129896
Por ejemplo, en México el cereal Smacks de Kellogg´s contiene 25 por ciento más azúcar que el mismo cereal que se comercializa en España. Foto: SHUTTERSTOCK
*Con la colaboración de la maestra Fiorella Espinosa
El término ultraprocesado puede parecer exagerado cuando se refiere a algo que ponemos en nuestra mesa o introducimos al cuerpo con la intención de alimentarnos. Sin embargo, refleja la realidad de la forma en que se produce lo que comemos hoy en día. El objetivo inicial del procesamiento de alimentos fue su conservación, la cual en algunos casos es indispensable, benéfica y segura. No obstante, hoy en día un producto alimenticio es el resultado de mezclar fracciones de lo que en un momento dado fue un alimento íntegro, con sustancias químicas. Se estima que la industria alimentaria utiliza actualmente entre 2,500 y 3,000 distintos aditivos alimentarios de los cuales se deberían medir los riesgos y beneficios y determinar si constituyen un potencial daño a la salud, particularmente considerando la cantidad y frecuencia con que se consumen y la posibilidad de tener efectos combinados. Sus efectos son evaluados de manera aislada, no combinada y, desde hace varios años, las pruebas de evaluación son aportadas por la propia industria a los órganos reguladores.
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Para quienes fabrican estos productos el objetivo es incrementar las ventas para generar y aumentar trimestralmente las ganancias y para ello tienen dos premisas: que gusten a la gente y que cueste lo menos producirlos, es decir, hay que buscar que los ingredientes sean más baratos. Con ello justifican el uso de aditivos cuya única función es cosmética, aunque se asocien a diversos riesgos a la salud como alergias, hiperactividad e, incluso, cáncer. Ha sido común el uso de grasas hidrogenadas y jarabe de maíz de alta fructuosa para abaratar los costos. Algunos pueden argumentar que esta industria apoya al consumidor al hacerle la vida más barta, fácil, o incluso más feliz. Esa es una visión miope, porque sin salud no hay felicidad, y la vida se vuelve más difícil, particularmente en México donde atender la salud cuesta caro. Otro argumento que usan es que sus productos pueden ser parte de una dieta equilibrada, pero esto no empata con la realidad.
En fechas recientes se publicaron los resultados de la Encuesta de Salud y Nutrición de Medio Camino, que confirma lo que otras investigaciones habían documentado: la población mexicana es gran consumidora de productos ultraprocesados. Y no es un consumo de fin de semana, u ocasional, es un consumo regular. El 81.5% de los escolares, 83.9 por ciento de los adolescentes y 85.3 por ciento de los adultos encuestados tuvo un consumo regular de bebidas azucaradas y alrededor de 60por ciento de los niños y adolescentes consume botanas, dulces y postres con la misma frecuencia. En contraste, únicamente el 22.6 por ciento de los niños en edad escolar, 26.9 por ciento de los adolescentes y 42.3% de los adultos consumieron verduras todos los días, tal y como se recomienda para gozar los beneficios a la salud que otorgan estos alimentos.
En promedio, un mexicano consume medio litro de refresco al día, y esto habla bien de lo cocacolonizados que estamos en el país. No hay rincón donde no se pueda conseguir o esté publicitado o promocionado un refresco de esta marca. De hecho, un niño mexicano antes de hablar ya reconoce la marca Coca Cola, y entre más pobre más lo hace, las sillas, las mesas, las tienditas, en todos lados está el logo. Mientras tanto, el bajo consumo de verduras y frutas refleja el problema en su forma más profunda: los alimentos se producen para vender y exportar, no para nutrir a la población. Olivier de Schutter, exrelator de Naciones Unidas por el Derecho a la Alimentación, señaló que Mèxico producia buenos alimentos pero que estos se producían para exportar y que los que comíamos era, principlamente, comida chatarra.
La misma encuesta antes mencionada indicó que el 50.4 por ciento de las personas identifica la falta de dinero para comprar frutas y verduras como una barrera para lograr una alimentación saludable. Sin embargo, en muchos casos, es más la falta de acceso a alimentos saludables el principal obstáculo ya que si se compara el precio de verduras y frutas de temporada con los precios de la comida chatarra suele encontrarse que los precios son competitivos.
Hay muchos motivos para reducir o dejar de consumir productos ultraprocesados, y con más razones de peso en México. Un estudio reciente indicó que en nuestro país se comercializan los cereales de caja con las más altas cantidades de azúcar y de sodio cuando se compara con otros países en el mundo. Por ejemplo, en México el cereal Smacks de Kellogg´s contiene 25 por ciento más azúcar que el mismo cereal que se comercializa en España. Es decir, una misma trasnacional manufactura productos de peor calidad nutricional entre un país y otro.

Estas trasnacionales que forman alianzas a nivel de país, región e internacionalmente hacen mucho más que producir alimentos. También cabildean, pagan sumas millonarias a investigadores para realizar estudios sesgados que concluyan lo que más les conviene y nieguen los daños del consumo de sus productos e ingredientes. Recientemente se publicó un artículo más que afirma que la recomendación de disminuir el consumo de azúcares está basada en evidencia de baja calidad. Sin ser sorpresa, el estudio estuvo financiado por el Instituto Internacional de Ciencias de la Vida, mismo que en 2015, en su capítulo México organizó un foro con la misma intención de poner en duda el rol etiológico de los azúcares en la epidemia de obesidad y sus enfermedades asociadas. A este foro acudieron principalmente estudiantes de nutrición, quienes probablemente salieron de ahí convencidos o dudosos en el mejor de los casos sobre las conclusiones que se les acababan de presentar.
Las grandes corporaciones de alimentos y bebidas están lanzando una fuerte e intensa estrategia, en muchos frentes en diversos países y en los organismos internacionales, para evitar que se impulsen políticas que favorezcan el consumo de los llamados alimentos verdaderos, que estén encaminadas a limitar el consumo de sus productos ultraprocesados. Lo hacen en México frente a los impuestos a las bebidas azucaradas y la comida chatarra, en Chile lo hacen contra el etiquetado frontal de advertencia y la regulación de la publicidad dirigida a la infancia, en la Organización Mundial de la Salud contra sus recomendaciones sobre consumo máximo diario de azúcar, etc, etc.
¿Esto tiene que ver con la epidemia de obesidad? Claramente. Ahora que el gobierno ha declarado emergencia sanitaria a causa del gran número de muertes asociadas a la obesidad y directamente a la diabetes, no hay que pretender atender el problema sólo con actividad física y educación.
Un esfuerzo interesante es el que se hace en Brasil, con la publicación de las guías alimentarias en donde claramente la población puede distinguir entre los alimentos no, o poco procesados, de los ultraprocesados, además de los elementos alrededor de la alimentación como aspectos sociales, económicos y culturales. Y esto no se queda en recomendaciones ya que detrás de ello hay una política de fortalecimiento del sistema alimentario. Las escuelas, los hospitales, los programas sociales de alimentación están obligados a comprar a los productores locales logrando mejorar la alimentación al tiempo que se combate la pobreza. En México, los propios desayunos del DIF y los comedores de SEDESOL compran sus productos a las grandes empresas, no a los productores locales que están excluidos de las cadenas comerciales.
En 1993 Barry Popkin, experto en economía agrícola y nutrición, hablaba de las diferentes etapas de la transición nutricional caracterizadas por la presencia de distintos patrones alimentarios. Inició con la era de recolección de alimentos, seguida por una fase de hambrunas, que disminuyó para pasar a la tercera fase con la revolución industrial y la segunda revolución agrícola, las cuales desencadenaron la cuarta fase, con el predominio de enfermedades crónico-degenerativas y que es en la que México se encuentra actualmente, ocupando uno de los primeros lugares. La última etapa se denomina “cambio conductual” que ocurre por acción no solamente individual, sino desde el actuar gubernamental y que encamina a la población a consumir alimentos frescos, granos enteros, semillas y proteínas limpias.
Las amenazas del próximo presidente de los Estados Unidos pueden constituir una oportunidad para redirigir la mirada y los recursos a la gran diversidad de alimentos y la gran riqueza de la cocina mexicana, platillos elaborados con una historia y tradición vinculada a un conocimiento agrícola ancestral, que tan solo necesitan el interés de las instituciones para facilitar el acceso a los consumidores y así lograr esa transición de la era del ultraprocesado a la de una auténtica, rica y valiosa dieta enraizada en nuestra gran diversidad de alimentos y cultura culinaria.

Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.

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El suculento negocio de la comida chatarra en México

El suculento negocio de la comida chatarra en México

México es el primer vendedor de comida preparada de América Latina y el segundo país con más obesidad del mundo // Por: David Marcial Pérez//  
Tomado Dr:
http://economia.elpais.com/economia/2015/07/02/actualidad/1435873418_975461.html
La comida está enraizada en lo más profundo de la identidad mexicana. Tanto, que el maíz aparece en el centro de las explicaciones mitológicas mayas sobre el origen del hombre. El cultivo de la milpa, la sagrada trinidad formada por el maíz, el frijol y el chile, es la base ancestral de una pirámide alimenticia saludable y nutritiva. Sin embargo, México se sitúa en los primeros puestos en las listas de obesidad y muertes por diabetes. La comida chatarra, alimentos prefabricados que rebosan grasa, azúcar, sal y componentes químicos, ha ido desplazando en los últimos años a los cereales, las legumbres o las verduras frescas. El Gobierno está intentando cambiar los hábitos alimenticos desde campañas informativas al arma disuasoria de los impuestos. Pero se enfrenta a un duro contrincante, la industria de alimentos procesados.
México es una de las 10 potencias mundiales en comida preparada. Es el primer productor de Latinoamérica, por encima de Brasil, la mayor economía la región, según un reciente informe del centro de estudios Global Research. El sector en México se embolsó unos beneficios de 28.300 millones de dólares en 2012, doblando la cifra de sus homólogos cariocas. Como causa primera de este vigoroso músculo industrial, el estudio apunta al Tratado de Libre Comercio firmado entre EE UU y México en 1994.
Dos terceras partes de la inversión extranjera directa en agricultura y alimentación vinieron de EE UU durante la primera década del acuerdo, siendo la industria de comida prefabricada el principal destino. Pepsi, Nestlé, Unilever o Danone engordaron sus posiciones en el país y los beneficios del sector crecieron a una tasa del 10%, según los datos de Goblal Research. ConMéxico, la asociación que representa a las principales empresas –Coca Cola, Nestlé, Bimbo– declinó hacer declaraciones para este reportaje.

Los abarrotes y las tiendas 24 horas son los grandes surtidos de comida preparada
México es el segundo país del mundo con más personas obesas –solo por detrás de EE UU– y ocupa el sexto lugar en muertes causadas por diabetes. El Gobierno implementó el año pasado un impuesto especial para gravar alimentos hipercalóricos y refrescos azucarados. Y esta misma semana estrechó el círculo de la comida preparada –sándwiches, hamburguesas, burritos o sopas instantáneas– con una subida del IVA. El objetivo es desalentar su consumo, que cayó un 6% el año pasado.
“La realidad es que los mexicanos dejaron de gastar en productos de cuidado personal para comprar alimentos impactados por estos nuevos impuestos”, reza un estudio de la encuestadora Kantar WorldPanel. Revela también que la comida basura representó el 30% del gasto de una familia mexicana durante 2014 y concreta que los lugares donde más se venden este tipo de productos son las pequeñas tiendas de ultramarinos o abarrotes, y los consumidores más afectados los de niveles económicos medio y bajo.
Hay más de 400.000 de estas tiendas en México. Según el informe de Global Research la industria ha colonizado los abarrotes. Alrededor del 90% de las ventas de Pepsi y de Coca Cola provinieron de estas tiendas durante la pasada década. Estos grandes grupos surten además toda una gama de productos chatarra. Pepsi, por ejemplo, también distribuye golosinas y aperitivos salados. El siguiente escalón que dibuja el informe son las tiendas 24 horas, que están a su vez sustituyendo a los abarrotes.
Oxxo es uno de estos establecimientos, muy populares en México. Su modelo simboliza la tendencia a la integración vertical y la acaparación del mercado que advierte el estudio. Es propiedad del Grupo Femsa, que a su vez distribuye a Coca-Cola en el país. Sus tiendas se multiplicaron un 300% en las últimos dos décadas. La cadena tiene 12.853 puntos de venta y aspira alcanzar los 14.000 durante este año

Publicidad azucarada
La influencia de la industria en la publicidad es otra de las críticas de las asociaciones de consumidores. Consideran que los planes públicos para la prevención de la obesidad son incapaces de regular a la industria de comida chatarra en los anuncios y en el etiquetad de los productos.
“Las normas sobre publicidad han sido diseñadas por la propia industria. El etiquetado que no se entiende e induce al consumo de altas cantidades de azúcar, en vez de desincentivarlo”, defiende Alejandro Calvillo, director de Poder del Consumidor. En México se permite la publicidad de cualquier cereal que tenga hasta 30 gramos de azúcar por cada 100 gramos alimento. Sin embargo, este porcentaje es seis veces más alto que lo recomendado por los estándares internacionales marcados, entre otros, por la Organización Panamericana de la Salud, dependiente de Naciones Unidas.

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Efecto Engordadero

Efecto Engordadero

Comida chatarra, la principal causa del “efecto engordadero” en Argentina
Médicos nutricionistas denominan de esa manera al impacto de la comida chatarra sobre la obesidad, afirma el Dr. Julio Montero, asesor científico del Centro de Asistencia, Docencia e Investigación de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos de la Alimentación (SAOTA).
http://www.eldia.com/nota/2017-4-14-4-18-32-comida-chatarra-la-principal-causa-del-efecto-engordadero
La ingesta de productos industriales y ultraprocesados, lo que se conoce como la “comida chatarra” que se vende en las cadenas del tipo McDonalds, constituye la principal causa de lo que los especialistas ya comienzan a denominar como el “efecto engordadero”.
Un efecto que trae de la mano no solo el aumento de la obesidad, sino también de males como la diabetes, cáncer y enfermedades cardiovasculares, entre otras no transmisibles.
“Hemos pasado del ‘efecto invernadero’ al ‘efecto engordadero’ porque somos cautivos. Es muy difícil alimentarse distinto cuando el modelo alimentario nos impregna, nos persigue y se refuerza con mala información”, sostiene por ejemplo el médico nutricionista Julio Montero, asesor científico del Centro de Asistencia, Docencia e Investigación de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos de la Alimentación (SAOTA).
En Argentina, se consumen 185 kilos de productos ultraprocesados por habitante por año, según los últimos datos difundidos por la OPS/OMS, mientras Montero precisó que cada persona ingiere anualmente un promedio de 18 kilos de galletitas con carbohidratos y grasas agregadas, además de aditivos.
“Esta combinación de grasas no se encuentra en ningún producto de la naturaleza, por lo que su consumo no está contemplado en nuestros genes, además de que los aditivos no tienen ninguna función nutricional”, señaló el especialista.
“Lo que somos, lo que los médicos llamamos el fenotipo, es el producto de la interacción entre los genes y el ambiente. Hoy sabemos que hay cada vez más obesidad, diabetes, cáncer, alzheimer y otras muchas enfermedades no transmisibles, es decir, que no se contagian. Estas enfermedades, y respuestas inadecuadas en el organismo, no pueden ser atribuidas a cambios genéticos, ya que según estudios de especialistas, la posibilidad de que haya cambios genéticos en 2.000 años es del 0,005%, mientras que los cambios ambientales son evidentes”.
El especialista describió que “en los últimos 200 años, con la revolución tecnológica e industrial, se produjo una modificación tremenda de la alimentación. Pasó de una alimentación natural en base a tejidos orgánicos a los productos industriales ultraprocesados a los cuales nuestros genes no están acostumbrados”.
Por su parte, Sebastián Laspiur, consultor sobre Enfermedades no Transmisibles de la OPS/OMS, advirtió que “el origen causal de la obesidad es el consumo de productos ultraprocesados. Ya se habla de que la obesidad es una ‘epidemia comercial’, con influencias muy claras del mercado para el consumo de productos ricos en azúcar, grasas, sal, y muy adictivos”.

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Humor organico

Detener el aumento de las enfermedades crónicas

Detener el aumento de las enfermedades crónicas
La epidemia de todos

por Víctor Hugo Durán

Se creía que las patologías crónicas eran "enfermedades de los ricos", pero ya no es así. Los países en desarrollo están padeciendo un aumento repentino de muertes y enfermedades debidas al cáncer, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y la diabetes.

La buena noticia es que casi todo esto puede evitarse.

VIDEO COMIDA CHATARRA